sábado, 25 de febrero de 2012

Graffiti en la ciudad de Montevideo







Montevideo es una ciudad confusa, intrincada, difícil. Un laberinto  cercado por altas paredes. Muros que se suceden y se suceden de forma infinita. Esas características que convierten a la ciudad en un ser multiforme son las que dotan a cada espacio de un atractivo especial.
La gran variedad de formas, dibujos y colores transforman las paredes montevideanas en un lienzo tan grande como la ciudad misma. En ellas, graffiteros, pintores, muralistas, escritores, plasman su obra, generando así una nueva forma de expresión, un nuevo soporte en donde mostrar su arte.
En cada trazo, en cada técnica utilizada para pintar, el graffitero expresa su modo de ver el mundo. Los muros cobran vida. Hablan, dicen.
Los artistas recorren la ciudad observando detenidamente cada rincón, cada sitio es potencialmente apto para dejar su marca. Piensan la pared, dibujan mentalmente sobre ella esperando el momento adecuado para apropiarse de la superficie.
El graffiti permite al artífice sentirse parte de su entorno, armonizar con él, contribuir al coloquio social.
Más allá del resorte que moviliza al artista a crear, y lejos de importar si el delineado se produce a través de pinceles o aerosoles, cualquier símbolo, imagen, ícono o marca, de cualquier clase y sobre cualquier superficie, forma parte de este amplio universo conocido como graffiti.
Alejado de las galerías de arte, las instituciones sociales o los museos, el graffiti, pasa sus días en la libertad de las calles. Allí, observa la velocidad de su entorno, se ríe de los transeúntes. Recuerda el carácter transgresor de sus orígenes, sus intenciones de protesta, su forma siempre pública y popular. Recuerda los grandes barrios neoyorquinos.
Su surgimiento juvenil parece remontarse a la década de los 70, pero su magia es más antigua. Siempre se ha pintado sobre paredes.
Cada barrio, cada esquina, cada sitio de la ciudad posee algo particular, cada rincón conserva una identidad propia que lo diferencia del resto. De la misma forma sucede con el graffiti. Cada artista tiene su estilo, sus colores, su técnica.
Los grafiteros se reconocen entre sí por la continuidad de su lógica, por la constancia de sus formas, por su capacidad para crear auténticas mitologías.
La  extraña mezcla entre libertad e ilegalidad que surge a partir de la apropiación del espacio urbano, seduce al artista a concebir, lo invita a demostrar su creatividad, a desplegar sus alas.
Después de verter su manantial poético, después de dar vida, el artista sabe que la obra ya no  le pertenece, o tal vez nunca le perteneció. 
                                                                                                                Maximiliano San Martín

Edipo Rey


EDIPO REY

Introducción.

En primer lugar hay que tener en cuenta que la Tragedia de Sófocles (Edipo Rey), es la tragedia del hombre como criatura social. Es en esta universalidad en donde podemos apreciar claramente el carácter “clásico” de Sófocles. 
Distintos autores señalan que la poesía griega es la más clásica de todas por su objetividad, por su arte universal y no particular, por su carácter humano y verdadero. Y dentro de ésta se nombra como principales exponentes a Homero y  Sófocles, a quien los antiguos llamaron el más homérico de los trágicos.
Por otro lado es importante destacar que la historia de Edipo Rey, tal como se la cuenta en la tragedia, se hace presente desde un fondo mítico.
La tragedia comienza cuando Edipo ya es rey de la Tebas griega y está casado con Yocasta (reina de Tebas y antigua esposa del rey Layo), por haber liberado a la ciudad de la Esfinge.
En la antigua Grecia los mitos eran parte del saber común, lo que nos permite suponer que las historias eran bien conocidas; de manera que la unicidad de la pieza se debe a la expresión de Sófocles como artista individual.
Como es sabido, Edipo ha matado a su padre y se ha casado con su madre (parricidio e incesto) sin conocer la relación en que estaba con los dos.  Y como se dirá más adelante, no son los hechos en sí los que se juzgan sino la relación entre sus actos, prohibida por la sociedad, lo que dicta contra ellos la terrible sanción que destruye a Edipo.
Así, como lo expresa Charles Segal, la peste en Edipo rey, corresponde a una manifestación de una alteración en la relación entre el hombre y dios, lo que además desvela al héroe abruptamente lo desconocido y lo expone a él.  “Le obliga a asumir la responsabilidad de cierto orden cósmico trastornado y lo arrastra, en el curso posterior de la acción dramática, a la drástica inversión desde el poder al desamparo, de lo divino a lo bestial.”
Al comienzo de esta tragedia observamos a Edipo unido felizmente a Yocasta, sin ser consciente de que su esposa (la esposa perfecta) es también su propia madre.
Como lo señala María Rosa Lida, Sófocles ha apartado cuidadosamente toda insinuación erótica entre Edipo y Yocasta. Marido y mujer se presentan en la tragedia en conflicto o en amor, pero siempre en un ambiente claramente sentimental.
Por otro lado, es esta misma madre y esposa la que lo dio al nacer para que le dieran muerte, por temor a que los oráculos se cumplieran. Se profetizaba, como sabemos y como se ampliará más adelante que Edipo mataría a su padre y se casaría luego con su propia madre.
Es solo al develar Edipo la verdad, al entender este círculo o endogamia, cuando la relación incestuosa se le aparecerá como tabú y cuando paradójicamente el héroe se quitará la vista punzándose los ojos al final de la tragedia.
A continuación pasaremos a contestar diversas preguntas que han sido planteadas (y continuaremos detallando las partes de esta tragedia) a los efectos de comprender con mayor claridad la obra en general y la figura de Edipo como héroe trágico.

 Resume cada una de las partes de la obra según la concepción de Aristóteles respecto a la estructura de la tragedia. (Prólogo, párodo, estásimos, etc.)

En primer lugar, es importante hacer referencia a cada una de las partes que debe presentar una obra trágica según la concepción de Aristóteles.
El Prólogo por ejemplo. Es una introducción, aunque su tratamiento varíe según los autores. Para muchos se trata no del comienzo de la acción propiamente dicha, sino de la parte en que se pone al espectador en antecedentes del argumento y se explica el “conflicto” que la obra dramatizará.
Según Aristóteles es lo que antecede a la entrada del coro. Las características son: se da la ubicación temporaria y se une el pasado del héroe con el presente; aparentemente podían participar hasta tres actores pero solo podían hablar dos y el otro estaba mudo.
Por otra parte, con el Párodo se iniciaba realmente el desarrollo de la acción y consistía en el canto de entrada del coro. En este primer canto solía hacerse alusión a circunstancias previas a la acción dramática y relevante para la misma.
Los Episodios constituían los pasajes dramáticos, los cuales estaban intercalados entre los cantos corales y eran partes dialogadas en las que actuaban los actores o en donde se realzaban diálogos entre el coro y los personajes. Sófocles fue el primero que introdujo en escena a tres personajes.
El episodio es la parte más importante por ser la dramática por excelencia y expresa el pensamiento e ideas del personaje.
Los Estásimos eran los cantos del coro que sin moverse de la orquesta ejecutaba acompañándolos en ocasiones de sonidos instrumentales.
Es la segunda entrada del coro y en esta parte no danza. Los episodios son siempre separados por los estásimos. Estos mismos pueden estar divididos en estrofas y antiestrofas, las cuales son siempre pronunciadas por el coro, auque en la tragedia griega antigua, las antiestrofas eran dichas por Corifeo (un representante del coro).
Por último se encuentra el Éxodo. Esta es la parte final de la tragedia,  hay cantos líricos y dramáticos, el héroe reconoce su error y es castigado.
En Edipo Rey el éxodo se reduce a la despedida de Corifeo, quien, como es frecuente en la tragedia, lo hace diciendo una frase significativa con un fin didáctico.
A continuación presentaremos un breve resumen de cada una de las partes antes mencionadas dentro de la obra propiamente dicha.

PRÓLOGO: Edipo, rey de los tebanos se encuentra reunido junto a su pueblo. Los ciudadanos confían en él como su liberador. En boca de su sumo sacerdote, el pueblo coloca palabras elogiosas para Edipo y lo convoca para que haga uso de su buena predisposición para alejar el  mal de la ciudad y ruega al gobernante mande a consultar el oráculo de Delfos. Edipo responde que ha mandado ya a su cuñado Creonte a consultar el oráculo; y en esas, se oye el anuncio de que Creonte está entrando por las puertas de la ciudad. Al llegar es interrogado. Comunica al pueblo las respuestas del oráculo.

PÁRODO 1
Tiene lugar el canto primero del coro. Se siguen las instrucciones de la tragedia: estrofa, anti estrofa. El coro toma la voz del pueblo y clama a Zeus libere la ciudad de la peste que le azota.

PRIMER EPISODIO.
Este episodio abre la tragedia. Edipo, en su afán de liberar al pueblo de la peste y esclarecer quién es el matador de Layo, con recto juicio de estadista, resuelve maldecir públicamente al asesino y dictamina miles de males contra éste, y proclama su destierro. En acción inmediata y seguida, a pedido del pueblo, convoca a palacio al conocedor del futuro y agorero Tiresias para que le revele con su arte el nombre del asesino, castigarle, y así poder salvar la ciudad. Sabedor para qué se le convoca, y presintiendo un desastre si habla, Tiresias trata por todos los medios de callar. Pero Edipo desconocedor de la verdad le presiona y termina insultándole y echándole en cara una supuesta complicidad con la muerte de Layo; además, le acusa de estar en conspiración con su cuñado, Creonte, para despojarlo del trono; a lo cual, el agorero Tiresias responde cantándole fuertemente la verdad, primero en acertijos y pronto con palabras claras, comprometiendo seriamente a Edipo en la muerte de Layo. Edipo, colérico por las palabras oídas, echa a Tiresias de casa.

PRIMER ESTÁSIMO.
El coro (el pueblo) se niega a creer la versión de Tiresias. No puede concebir que su benefactor sea un criminal.

ÉXODO.
Este corto poema, cantado por el coro, esta dirigido al público en general y tiene una finalidad didáctica.
CORO:
“¡Ciudadanos de Tebas! (que somos todos y cada uno de los mortales). Miren: he aquí a Edipo,
quien resolvió los famosos enigmas y fue un hombre poderoso,
cuya dicha contemplaron y envidiaron todos,
¡Como ha sido arrastrado por terrible vorágine de males!
Por ello estén atentos hasta el último día:
no se debe alabar la felicidad de nadie antes de que llegue
el final de su vida sin haber padecido sufrimiento.”

 ¿Cómo se presenta el carácter del personaje de Edipo? En relación a su pueblo y época?

Edipo es presentado ante su pueblo como un rey bondadoso quien se dirige a ellos con la simple y repetida palabra “hijos”, pero por otra parte orgulloso. Orgullo que se refleja en sus palabras: “yo a quien todos llaman el famoso Edipo”. Es en esta escena inicial en la cual observamos al rey en la cumbre de su prosperidad y vemos que es adorado casi como un dios.
Debemos tener en cuenta que Edipo ha sido elegido por su pueblo para gobernar, luego de haber descifrado el enigma de la Esfinge. Según el mito, este monstruo era hijo de Tifón y Equidna, había volado hasta Tebas desde la parte más distante de Etiopía. Podía reconocérsela fácilmente porque tenía cabeza de mujer, cuerpo de león, cola de serpiente y alas de águila. Hera la había enviado para castigar a la ciudad de Tebas porque Layo Había raptado en Pisa a Crisipo, de quien hablaremos más adelante.
La Esfinge se había instalado en el monte Ficio y a cada viajero tebano que pasaba por allí  le planteaba un enigma que le habían enseñado las musas: “¿Qué ser, con sólo una voz tiene a veces dos pies, a veces tres, otras veces cuatro y es más débil cuantos más pies tiene?”
A quienes no eran capaces de contestar correctamente los estrangulaba y devoraba en el acto.
Por su parte Edipo quien se acercaba a Tebas poco después de haber matado a Layo descifró el enigma: “El hombre. Porque se arrastra a gatas cuando es niño, se mantiene firmemente en sus dos pies en su juventud, y se apoya en un bastón en la vejez.” En vista de esto, los agradecidos tebanos aclamaron a Edipo como rey. A raíz de la salvación que Edipo consiguió para este pueblo, vemos ahora en la obra, que la ciudad doliente viene a apoyarse nuevamente en él para pedirle que vuelva a salvarlos, pero ahora de la peste. Así en efecto, estos volverán a salvarse pero a costa de su ruina.
No debemos olvidar además que la mejor peripecia trágica según la poética es la que conduce al héroe desde la prosperidad hacia la desgracia por un pecado de ignorancia.
Edipo se presenta (como ya se ha dicho) ante su pueblo demostrando afecto paternal y constante deseo de ayudar. Edipo es el buen daimon que padece por el bien de su comunidad.
Como señala María Rosa Lida, cada impulso noble que realiza, le acerca progresivamente al reconocimiento que es su ruina.
Es importante destacar además que la peste que aflige a los tebanos, si bien pudo haber estado inspirada en circunstancias reales (la peste asoló a Atenas en el segundo año de la guerra del Peloponeso), se presenta en Edipo rey con un valor simbólico, significativo de la mancha moral que contamina a la ciudad. La peste es desencadenada en definitiva por el pecado social que significa cometer parricidio e incesto.
En el momento en que Creonte llega frente a Edipo, (luego de haber sido enviado a consultar al oráculo acerca de las causas de la peste) éste lo interroga públicamente porque no presume que no haya nada que no pueda ser publicado; pero además porque siente un gran amor hacia su pueblo, lo que en el ánimo de los espectadores compensa toda su culpa involuntaria.
“Habla a todos, pues es más grande el dolor que llevo por éstos que por mi propia alma.”

¿Cuál es la peripecia en esta tragedia? Fundamente y ejemplifique
¿Cómo se produce la anagnórisis? Explicar.

La “peripecia” según Aristóteles es: “la inversión de las cosas en sentido contrario, y, como quedó también dicho, tal inversión debe acontecer o por necesidad o según probabilidad, como en el Edipo se ve, que el que vino a confortarle y librarle del temor que tenía por lo de su madre, en habiendo mostrado quién era, le causó contrario efecto…”
Por su parte, el “reconocimiento” como lo señala Aristóteles es: “una inversión o cambio de ignorancia a conocimiento que lleva a amistad o a enemistad de los predestinados a mala o buena ventura.” “y bellísimo será aquel reconocimiento que pase con peripecia, como es de ver en Edipo…”
Aristóteles parte del supuesto de que en la tragedia la acción se desarrolla en un sentido hasta que en cierta forma el personaje comete un error (no moral, sino conforme a su naturaleza humana) que lo lleva a pasar “de la dicha al infortunio.”Es a este cambio de suerte en un sentido contrario al que se le llama “peripecia”.
Dentro de ésta tragedia propiamente dicha, podemos observar (como lo señala el mismo Aristóteles) que tanto la peripecia como la “anagnórisis” o reconocimiento, se producen de forma conjunta. Es decir, el reconocimiento de Edipo se produce en el momento en que éste se da cuenta de que no es hijo del rey Pólibo y de la reina Peribea como creía, sino que es el hijo de Layo y de Yocasta. De forma inmediata este reconocimiento significará para Edipo darse cuenta de que ha matado a su  padre (parricidio) y se ha casado con su madre (incesto) con quien además engendró hijos.
Este sistema de perfección casi circular (para habar en términos de Nietzsche) determinará que luego de producirse el reconocimiento, se producirá inevitablemente también, la peripecia o el cambio de suerte.
Así, con un alto grado de maestría, cada pequeño hecho impulsa de forma encadenada al resultado final.
A decir de María Rosa Lida, puede compararse la tragedia de Edipo, por su trama formal, con la moderna novela de policía. La diferencia (dice Lida), que anula todo el paralelo es que en Sófocles el criminal es a la vez el policía.
“En la búsqueda policial de Edipo, lo más trágico está en que el detective febrilmente interesado en desenmascarar al villano es el propio villano.”
Como ya se ha dicho, en esta tragedia reconocimiento y peripecia se hacen presentes de manera conjunta  en el momento en que el mensajero revela a Edipo quien es realmente, pero quien inicia el desencadenamiento de la “anagnórisis” es Tiresias, quien predice a Edipo lo que le ocurrirá en el futuro, y que él es el verdadero asesino de Layo. A partir de ese momento comenzarán  a realizarse investigaciones “policíacas”  que finalizarán en el momento en que el servidor termine de esclarecer con sus palabras todas las dudas del rey.
Por lo tanto podemos decir, como señala Aristóteles, que aquí el reconocimiento se produce de la mejor manera posible; ya que se genera a partir de los hechos mismos, generándose así la sorpresa por circunstancias verosímiles. Además estos hechos no son descubiertos inmediatamente, sino que por el contrario se van develando progresivamente a través de la figura de Tiresias, el mensajero y el servidor.

TIRESIAS.- Afirmo que tú eres el asesino del hombre acerca del cual están investigando.

MENSAJERO.- Porque Pólibo nada tenía que ver con tu linaje.

SERVIDOR.- Pues bien, era uno de los vástagos de la casa de Layo
SERVIDOR.- Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor podría decir cómo fue.

EDIPO.- ¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo!

 ¿Es Edipo responsable de los hechos? ¿Por qué?

En primer lugar, podríamos decir que Sófocles subraya la naturaleza humana y arbitraria de Edipo, insistiendo en que este ha matado a su padre y se ha unido a su madre sin conocer la relación en que estaba con los dos. No son los hechos en si los que se juzgan sino la relación entre sus actos, prohibida por la sociedad. La que además dicta contra ellos la terrible sanción que destruye a Edipo. Ante esto estamos en condiciones de señalar que Edipo actúa impulsado por su ignorancia y no es culpable de los hechos en si. La culpabilidad de Edipo no se encuentra  en haber cometido parricidio e incesto sino que el delito de nuestro héroe es haber nacido. El mito cuenta que “…Layo afligido por no haber tenido descendencia durante mucho tiempo consultó al oráculo de Delfos, el cual le informó de que esa aparente desgracia era en realidad una bendición, ya que cualquier hijo que naciera de Yocasta sería con el tiempo su asesino. Layo repudió a Yocasta sin darle explicación acerca de su decisión, lo que la ofendió de tal modo que después de emborracharlo consiguió que volviera a sus brazos en cuanto cayó la noche. Cuando nueve meses después Yocasta dio a luz un hijo, Layo lo arrancó de los brazos de la nodriza le taladró los pies con un clavo, se los ató el uno al otro y lo dejó abandonado en el monte Citerón…”  [1]
Es importante recordar que Edipo proviene del linaje de los  Labdácidas. Era hijo de Layo y nieto de Lábdaco, los tres reinaron en Tebas, pero sobre Layo cayó la maldición inferida por Pélope, quien lo había hospedado en su casa. El rey al verse traicionado por Layo tras el rapto de su hijo Crísipo, profirió sobre su persona una maldición: Layo, que jamás tengas un hijo, y si lo tuvieres, que sea tu asesino". Como puede verse, la maldición se cumple ya que Layo se convierte en la víctima y Edipo en su victimario.
A decir de María Rosa Lida el crimen de Edipo es moralmente poco delictuoso y socialmente tan imperdonable como la llaga de Filoctetes.
 Como Aristóteles señala en su poética el héroe trágico no comete un error de carácter moral sino que el error es producto de su naturaleza humana.
 
7- ¿Qué desencadena la catarsis en el espectador?

En primer lugar, es preciso señalar, que según la Poética, la catarsis es la purificación emocional, corporal, mental y religiosa. Mediante la compasión y el horror, los espectadores de la tragedia, serán capaces de experimentar la purificación del alma de esas pasiones.
Según Aristóteles, el espectador será redimido, al observar  en los personajes  de la tragedia el castigo que estos reciben.
Luego de presenciar la obra teatral, el espectador se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final.
Pero además de la piedad y el terror que excita Edipo por la naturaleza del delito que comete, conmueve más aún la horrible inseguridad de su destino, la ignorancia de su verdadero ser, que Sófocles simboliza de forma muy elevada en su vista y su ceguera.
Edipo generoso, ha cometido el mayor delito y vive a ciegas en él  hasta que Tiresias (profeta ciego) se lo revela. En el momento en que Edipo llegue a darse cuenta de quien es en realidad, él mismo será quien se arranque los ojos.
Estamos en condiciones de decir además que es en el momento en donde se producen conjuntamente la “peripecia” y el “reconocimiento”, en donde la catarsis alcanza en el espectador un punto apoteótico.
Edipo al reconocerse no tendrá más remedio que condenar toda su vida, deberá reconocer sus lejanos hechos, salir del engaño en el que está inmerso y situarlo dentro de las normas de la sociedad. Pero además deberá darle la razón a Creonte y a Tiresias.

 8- ¿Quién es Tiresias? ¿Es opuesto o complementario a Edipo? ¿Por qué?

Junto a Calcas, Tiresias era (dentro de la mitología griega) el adivino más famoso de Grecia.
Una de las versiones míticas cuenta que Atenea lo había cegado porque de forma inadvertida este la había visto bañándose. Pese a esto Atenea se conmovió por las súplicas de su madre y, tomando a la serpiente Erictonio de su égida, le ordenó:
“Limpia los oídos de Tiresias con tu lengua para que pueda entender el lenguaje de las aves proféticas”.
Otra de las versiones cuenta que una vez en el monte Cilene, Tiresias observó dos serpientes mientras copulaban. En el momento en que ambas lo atacaron, las golpeó con su bastón y mató a la hembra. Inmediatamente fue transformado en una mujer y llegó a ser una ramera. Aparentemente, siete años más tarde, Tiresias alcanzó a ver el mismo espectáculo en el mismo lugar, y esta vez recuperó su virilidad matando a la serpiente macho.
Dentro de las múltiples versiones míticas sobre Tiresias, Robert Graves, en uno de sus libros sobre los mitos, dice que:
“cuando Afrodita y las tres Cárites, Pasítea, Calé y Eufrósine, discutían sobre cuál de ellas era la más bella, Tiresias otorgó el premio a Calé, por lo que Afrodita la convirtió al instante en una anciana. Pero Calé lo llevó consigo a Creta y le regaló una hermosa cabellera. Unos días después Hera empezó a hacer reproches a Zeus por sus infidelidades. Él se defendió alegando que, de todos modos, cuando compartía su lecho, era ella quien más disfrutaba, y con mucha diferencia”. “Las mujeres, por supuesto, gozan con el acto sexual infinitamente más que los hombres”.
Luego de haberse generado (entre los esposos) la discordia narrada anteriormente, Tiresias habría sido llamado para auspiciar de árbitro en la disputa, por su experiencia personal. Tiresias contestó:
“si en diez partes divides del amor el placer, / una parte va a los hombres, y nueve a la mujer”.
Luego de su declaración, Tiresias fue castigado por la diosa con la ceguera. De cualquier forma se dice que Zeus lo compensó otorgándole visión interior y una vida que habría de durar siete generaciones.
Por otro lado, podemos agregar además, que Tiresias dentro de la obra se presenta dramáticamente como el profeta de la deshonra final de Edipo.
En cuanto a la pregunta propiamente dicha de si Tiresias es opuesto o complementario a Edipo, podríamos decir que es ambas cosas a la vez. Por un lado son opuestos, teniendo en cuenta que Tiresias no posee el sentido de la visión, pero por otro lado, posee una “especie” de visión interna que le permite “ver”; mientras que Edipo, si bien es físicamente vidente, vive a ciegas sin conocer la verdad.
Finalmente, podemos decir que aquello que los hace opuestos, a su vez, los complementa.
De todas maneras, en el final de esta tragedia, y luego de que el rey se reconoce a si mismo, se arranca los ojos con los que el hombre no penetra su verdad, ciego entre las fuerzas del azar que le empujan.

                                                                                 
                                                                                            Maximiliano San Martín.



sábado, 4 de junio de 2011

Trabajo sobre "Ifigenia en Áulide"



La literatura desde sus comienzos,  en los mitos, siempre ha contado con los héroes. Para que estos aparezcan  es necesario que dentro de la sociedad imperante existan valores reconocidos y comunes,  ya que la sociedades engendran a sus héroes a su imagen y semejanza, o para ser más preciso, de acuerdo a la imagen idealizada que esta sociedad tiene de si misma.
Para Campbell, por ejemplo, “un héroe es alguien que ha dado su vida por algo más grande que él mismo”. Un hombre o una mujer que ha superado distintas pruebas o que simplemente ha hecho algo que trasciende las experiencias normales que un hombre común puede realizar. Es decir, detrás de cada prueba que el héroe debe superar para consagrarse como tal, es preciso que exista una conducta moral que un hombre común no pueda superar. “El héroe debe ser intachable.”
En lo que respecta al héroe griego, quien  nos interesa a los efectos del presente trabajo, podemos decir que se destaca fundamentalmente por ser un héroe guerrero. Por tal motivo al hablar de sus características en el campo de batalla, es importante tener en cuenta, por sobre todo, su valor. Para los griegos este valor personal era comúnmente conocido o conceptuado como excelencia guerrera o “areté”.
Es importante destacar además que estos héroes, (más allá de su valentía y sus habilidades sobrehumanas) no siempre cumplen con sus hazañas mediante sus propios esfuerzos. En ocasiones, sus características se ven incrementadas por la intervención de los dioses o por el favor de distintos objetos mágicos que los harán salir airosos de los peligros que los acechan. Perseo, por ejemplo, vence a medusa gracias a unas sandalias aladas y a una capa de invisibilidad que le fueron otorgadas por Hermes.
Todo héroe posee además un código de valores que debe respetar ya que (como lo dijimos al principio) los valores de cada héroe generalmente representan los valores de la sociedad. Ante esto, podemos decir entonces que este código de valores se modifica de acuerdo al tiempo y el espacio en el que el héroe se encuentre. Este código de valores está compuesto básicamente por la valentía, el honor, y el patriotismo.
A pesar de algunas imágenes que nuestra mente pueda  evocar al  pensar en  las características extraordinarias anteriormente expuestas como en los cuentos que leíamos de niños, no podemos dejar de reconocer que así como sus hazañas están cargadas de elementos excesivos, (pero necesarios para dilatar la brecha entre los hombres y los superhombres), también son excesivos en algunos héroes la soberbia, la crueldad y hasta el grado de violencia. Y es que el mundo que rodea a estos personajes está cargado de engaños, asesinatos de familiares, raptos de mujeres, y un sin fin de hechos que causan la ira de los dioses. En otras palabras, el móvil que conduce muchas veces al héroe griego a ejecutar diversos actos,  (como postula Bauzá) es la necesidad de buscar su inmortalidad a través de la fama.
Sin embargo, en la Ifigenia de Eurípides, Agamenón se presenta como un héroe distinto, más que un modelo a imitar provoca el terror y la piedad. Agamenón tensionado entre dos fuerzas cumple con su destino inevitable, enfrentándose a un conflicto de orden moral, en el que debe “elegir” entre su deber como padre o su deber como  comandante del ejército. El héroe debe tomar la decisión de sacrificar a su hija y obtener la gloria para si y para los griegos, o no hacerlo y conservar a quien ama, destruyendo su ambición de jefe y la conquista de Troya.
Este conflicto interno se presenta como eje transversal dentro de la obra y se puede visualizar en varias ocasiones. Una de ellas es el momento en que Agamenón se arrepiente de haber mandado llamar a su hija, y ordena al anciano que parta inmediatamente a donde su esposa para dejar sin efecto la orden anterior. Otro ejemplo de lo expuesto anteriormente es el constante sufrimiento (pathos) del rey de Micenas quien llega, recurrentemente, al lamento y las lágrimas.
“¡Cuan cierta ventaja ofrece la oscuridad de linaje! Pues ellos pueden llorar fácilmente y decirlo todo. En cambio para el noble de nacimiento eso es indecoroso. Tenemos a nuestra dignidad como inspectora de nuestra vida y somos esclavos de la muchedumbre. Porque ya me avergüenzo de llorar y, a la vez, me avergüenzo de no llorar, ¡pobre de mí!, caído en las más tristes calamidades.”
 De todas maneras  el móvil que moviliza al atrida es al final más fuerte que el sentimiento hacia su hija. Vemos aquí como el héroe comete el pecado de hybris y pese a las súplicas de su esposa e hija, se niega a abandonar su decisión.
“Yo soy consciente de lo que hay que lamentar y lo que no. Y amo a mis hijos. Estaría loco si no lo hiciera. Me resulta terrible atreverme a eso, mujer, pero también es terrible no hacerlo.”
El accionar trágico del héroe comienza en el momento en que Calcante, el adivino, consultando al oráculo, expone que Ifigenia debía ser sacrificada para obtener la navegación y el aniquilamiento de los frigios. Ante esto Agamenón ordena, inmediatamente, a Clitemnestra traer a su hija, bajo el engaño del himeneo con Aquiles. En este momento el héroe movilizado y enceguecido,  más por su ambición que por el pensamiento en las consecuencias para Ifigenia, cae ante el error y pone en marcha su propia caída.
Ifigenia si bien ruega a su padre para no ser sacrificada termina por aceptar su Moira. Se presenta así, claramente, como una heroína al dar su vida por la gloria de los griegos. Sabe que este acto además la llenará de gloria y que será recordada a través de los tiempos, acción anhelada por el modelo de héroe griego.
“…Todo eso lo obtendré con mi muerte, y mi fama, por haber liberado a Grecia, será gloriosa”
Sin embargo, su obediencia y sumisión constituyen dos características pertenecientes al areté femenino, lo que explicaría, tal vez, la transformación que se produce al final, en donde Artemis cambia a Ifigenia por una cierva, y le concede la gracia de convertirse en su sacerdotisa (Ifigenia entre los Tauros).
Ifigenia a diferencia de Agamenón no presenta los rasgos característicos del héroe trágico. No se visualiza en ella el pecado de hybris, no hay una caída trágica, así como tampoco una cristalización de su muerte, lo que nos lleva a pensar que no existe en ella un carácter puramente trágico. Ifigenia es solamente una víctima valiente que acepta su destino. Una doncella virgen que se transforma en heroína gracias a su valentía y a sacrificar su vida por una causa mayor.
Un hombre es más valioso que mil mujeres en la vida. Y si Ártemis quiso apoderarse de mi persona, ¿he de resistirme yo, que soy mortal, contra la diosa? Sería imposible. Entrego mi cuerpo a Grecia. ”

                                                                                                   
                                                                                                  Maximiliano San Martín